Comienzos de la República de 1830

3.- Comienzos de la República de 1830

La República de 1830 inició su vida independiente en medio de una situación en medio de una situación económica, social y política muy precaria debido a las difíciles condiciones en que había quedado el país después de la guerra de independencia y del proceso de disolución de la Gran Colombia. Esta situación estaba enmarcada dentro de los siguientes aspectos:

a)      En lo Demográfico: Venezuela, con un millón de kilómetros cuadrados, contaba con una población que escasamente llegaba a 800.000 habitantes en 1830 y a 1000.000 en 1840. Era una población rural, dispersa en pequeños pueblos, haciendas y hatos. Caracas, el centro urbano más importante, apenas contaba con 50.000 habitantes; y mucho menos las otras ciudades. La escasa población reflejaba la marginalidad del precio que tuvo que pagar nuestro país por su independencia. De 900.000 habitantes que tenía en 1810, antes de la guerra, había descendido a menos de 800.000 en 1830, sin tomar en cuenta el crecimiento que debió ocurrir en esos 20 años. La despoblación aparecía, pues, como el primer problema que debía resolver la república. En 1831 el Ministro de interior, Antonio Leocadio Guzmán, lo planteaba en los siguientes términos:

“No tenemos caminos por falta de hombres; no tenemos navegación interior por esa misma falta; y por ella es pobre nuestra agricultura, corto el comercio, poca la industria, escasa la ilustración, débil la moral y pequeña Venezuela. Todo debemos esperarlo de la población; y hablaré de ella cuanto me sea dable, porque bajo la zona tórrida, al ver la fecundidad prodigiosa de nuestra tierra, los muchos y poderosos elementos de prosperidad que encierra, y al compararlos con su estado de infancia y debilidad, nada creo más necesario ni más digno de la atención del soberano que poblarla.”

Para poblar era preciso promover y favorecer la inmigración de extranjeros y su asentamiento en el país, con lo cual se esperaba también ayudar al progreso general, mediante el incremento de la producción. En este sentido las recomendaciones del Ministro al Congreso de 1831, fueron acogidas y se dictaron medidas a favor de los extranjeros que vinieran a radicarse en Venezuela. Además, hubo también propietarios que promovieron la inmigración interesados en obtener mano de obra extranjera para sus haciendas y contribuyeran a establecer familias inmigrantes en plan de colonización agrícola, como fue el caso de la “Colonia Tovar” fundada por iniciativa de uno de estos propietarios, Martin Tovar, en tierras de su propiedad, al Oeste de Caracas.

Sin embargo los gobiernos fueron tímidos en la adopción de medidas eficaces para favorecer estos propósitos; y, además, las condiciones sociales, económicas y políticas imperantes en el país durante esa época, constituyeron un serio obstáculo para el desarrollo de una política de inmigración y colonización agrícola acorde con esa necesidad. Durante el período de 1830 y 1836, el número de inmigrantes por año no llegó a 1.000, es decir, el aporte de la inmigración fue muy pequeño para que pudiera tener efectos significativos en el crecimiento de la población ni en las condiciones económicas y sociales del país.

El crecimiento de población de Venezuela siguió siendo muy lento. Cien años después, en 1936 era todavía de tres millones y medio de habitantes. Se habían necesitado 100 años para que se cuadruplicara. En cambio, a partir de 1936 la población de Venezuela se ha cuadruplicado en solo 40 años. La explicación está en el cambio de las condiciones económicas, sociales y políticas ocurridas en estos años de la Venezuela contemporánea.

b)      En lo Económico: La agricultura y la ganadería, cuyos productos eran la fuente principal del comercio exterior, se hallaban en completa ruina; y los ingresos fiscales, provenientes en su mayoría de las exportaciones de café, cacao, añil y otros frutos, eran muy escasos para atender a los gastos de organización y administración de la república. Al igual que la agricultura, la ganadería presentaba también serios problemas y se encontraba en franca decadencia. De un rebaño de 5.000.000 de cabeza en 1812, no quedaban más de 2.500.000 reses en 1831. Además el gobierno debía responder por las obligaciones que había contraído Venezuela en el reparto de la deuda exterior de la Gran Colombia y por los préstamos exigidos a los particulares, todo lo cual montaba, en 1831, a más de 34 millones de pesos.

CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN A PARTIR DE 1830

COMPOSICIÓN URBANA –  RURAL

Año

Población Total

% Urbano

% Rural

Período Agropecuario
1830

1840

1860

1880

1890

1900

1910

1920

1930

1936

785.000 hab.

1.000.000 hab.

1.650.000 hab.

1.930.000 hab.

2.305.000 hab.

2.391.000 hab.

2.596.000 hab.

2.816.000 hab.

3.118.000 hab.

3.364.000 hab.

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15,0%

20,0%

25,0%

34,0%

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85,0%

80,0%

75,0%

65,3%

Período Petrolero
1940

1950

1960

1970

1975

1980

3.750.000 hab.

5.035.000 hab.

7.500.000 hab.

10.500.000 hab.

12.000.000 hab.

39,4%

53,8%

67,4%

70,0%

72,0%

60,6%

46,2%

32,5%

30,0%

28,0%

 Como consecuencia de estos problemas económicos, la situación fiscal era igualmente difícil y la república, para organizar debidamente su aparato administrativo, debía reducir los gastos burocráticos; proteger la producción agropecuaria; establecer un sistema fiscal equilibrado: regular el comercio exterior e interior.

El Ministro de Hacienda, Santos Michelena, en su Memoria al Congreso de 1831, inicio del primer período constitucional, decía al efecto:

“Al cabo de veinte años de sacrificios y de males, consecuencias de la guerra y de las revoluciones que han agitado a Colombia, no debe esperarse que sea próspera la situación fiscal de Venezuela. Durante ese largo período las Rentas Públicas, no obstante el establecimiento de multitud de impuestos, han sido insuficientes para cubrir la demanda contra el Tesoro; y como aquellas decían al paso que éstas aumentaban, el déficit que ha ido acumulando de año en año, ha ido también creciendo”.

c)       En lo Social: La república de 1830, en lo que respecta a estructura social, no difería mayormente de la sociedad colonial. En este sentido puede considerársela como continuación estructural del período de la colonia, cuyo sistema económico no sufrió modificaciones fundamentales con la guerra de independencia. Continuó, pues, en la república el predominio de los terratenientes. La propiedad territorial siguió en manos de los antiguos propietarios blancos y sus descendientes, a los cuales se agregó, a partir de la guerra de independencia, un sector de caudillos militares que pasaron a ser también grandes propietarios. Después de 1830 siguió subsistiendo una sociedad heterogénea, en la cual se mezclaban relaciones  feudales de producción con relaciones esclavistas y formas incipientes de capitalismo. La oligarquía terrateniente monopolizaba la tierra y en algunos casos, era, además dueña de la mano de obra esclava. Los terratenientes en las haciendas esclavistas, concentraban la propiedad de todos los factores productivos. Fuera de las haciendas esclavistas, en los latifundios, los campesinos no poseían más que sus propios aperos y útiles de trabajo, pero estaban sometidos por los latifundistas, a quienes debían pagar rentas en dinero o en especie, por trabajar la parcela que se les cedía  dentro de la propiedad.

EVOLUCIÓN DEL PRESUPUESTO NACIONAL ENTRE 1830 Y 1975 (Bs)

Año

Ingresos Fiscales

Presupuestos

1830

1840

1850

1860

1870

1880

1890

1900

1910

1920

1930

1940

1950

1960

1970

1980

5.752.200,00

12.641.398,00

20.583.150,00

21.142.000,00

20.000.800,00

29.770.000,00

53.720.000,00

44.945.000,00

69.850.000,00

81.561.000,00

210.259.000,00

345.682.000,00

2.125.700.000,00

6.812.900,000,00

10.252.100.000,00

80.000.000.000,00

5.102.570,00

7.200.731.00

17.478.200,00

29.233.000,00

20.300.000,00

22.560.000,00

49.122.000,00

37.984.000,00

61.640.000,00

102.656.000,00

260.900.000,00

347.311.000,00

2.221.400.000,00

7.114.800.000,00

10.286.100.000,00

82.000.000.000,00

 Al terminar la guerra, la masa de soldados, en su totalidad de origen campesino, volvieron a sus lugares de origen; pero allí se encontraron sin hogar ni trabajo, frente a los antiguos propietarios que mantenía el mismo sistema de explotación a la población rural. Muchos de estos exsoldados, impedidos por malestar económico, constituían bandas armadas que “mataban las reses esparcidas en las sabanas, sin más objetos que apoderarse de los cueros y el sebo, para venderlos”.

Esta situación predominante en los llanos, era consecuencia directa del malestar económico que agitaba a las masas rurales después de la guerra; y continúo siendo un elemento explosivo que con frecuencia dio origen a sublevaciones, levantamientos y guerras civiles durante todo el periodo de la Venezuela agropecuaria.

“No pocas veces los militares descontentos y ambiciosos incorporaron bajo sus banderas a la famélica masa humana que vegeta en los latifundios o deambula “aguerrillada” por los llanos y serranías.

“Diversas regiones del país se hallaban constantemente asoladas por bandoleros, algunos con la connivencia de las autoridades. Nadie se aventuraba por los caminos sin una buena escolta. Prácticamente no pasaba día sin que alguien fuese perseguido por revolucionario o conspirador”.

Desde 1830 los gobiernos dieron severas medidas para castigar a los culpables de estos hechos. La “Ley sobre Conspiradores” de 1831 y la “Ley de Hurtos” de 1836, constituyeron los instrumentos de represión que aplicó el gobierno contra los jefes y participantes de estas bandas armadas. La mencionada Ley de Hurtos traía la siguiente disposición:

“Los capitanes o cabezas de gavillas que infesten ciudades o caminos sufrirá la pena del último suplicio, y los demás cómplices la de ciento cincuenta azotes distribuidos en tres porciones de quince en quince días y diez años de presidio. Para los hurtos de cien a quinientos pesos se impondrán al reo cincuenta azotes de dolor y dos años de trabajo en las obras públicas. De quinientos a mil pesos, el mismo número de azotes y cuatro años de trabajo forzado; y de mil en adelante setenta y cinco azotes, con seis años de presidio”.

Estos severos castigos, inspirados por los latifundistas, no alcanzaron nunca a los caudillos principales que conspiraron y se alzaron contra el gobierno, a los cuales, con harta frecuencia se les perdonaron sus intentonas y se les ofrecieron indultos y garantías. Pero sí aplicaron a quienes promovieron la lucha contra el poder local y las propiedades de los latifundistas. Sin embargo, y a pesar del rigor de estas leyes, continuó el malestar social y los alzamientos de las masas rurales como expresión de la lucha contra la oligarquía terratenientes.

d)      En lo Político: En la situación política en que se inició la república de 1830, se destaca, El gobierno encabezado por Páez después del pronunciamiento separatista, no ejercía autoridad real en todo el país. En provincias y regiones aisladas, imperaba el poder de los caudillos locales. El movimiento separatista había sido promovido y realizado por la oligarquía caraqueña y los caudillos militares del centro, encabezados por el general Páez. Fueron ellos los que convocaron el Congreso de 1830, desconocieron a Bolívar y pusieron a Páez al frente del gobierno. Estos hechos hicieron aflorar las viejas rivalidades de las provincias y en especial entre Caracas y las provincias orientales, que por razones históricas y dada la importancia que tenían en aquellos momentos, aspiraban una vez más a encabezar la república.

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